Joséphine Baker, una vida de lucha

El escritor y periodista Ernest Hemingway decía de Joséphine Baker que era "la mujer más sensacional que nadie haya visto jamás". Sin duda, "la Diosa de Ébano" se convirtió en el símbolo de la década de los 20 y en una estrella que rompió estereotipos. Pero no hablaré de la mujer-icono musical que escandalizó Estados Unidos y Europa bailando con el torso desnudo y una falda de plátanos sino de la mujer-activista defensora de los derechos civiles y de las libertades que, hasta ahora, desconocía. Claro está que como bailarina consiguió grandes cosas para la liberación femenina e incluso se convirtió en la primera mujer negra que tuvo un papel protagonista en un largometraje, en la película llamada Zou-Zou. Pero lo que más me ha sorprendido ha sido su lucha, a lo largo de toda su vida, ya desde pequeña, para defender la libertad de los demás y sobre todo la suya propia. 


Freda Joséphine Baker Carson era algo más que un alma libre, con su característica voz, su atuendo y su danza. Nunca tuvo que depender de nadie para ganarse su sustento, empezó a trabajar con 8 años y a los 16 ya actuaba en Broadway y quizás, por esa misma razón, era consciente de que todo dependía de ella misma y de lo que ella pudiera conseguir. En 1927, era la artista de espectáculo mejor pagada de toda Europa y rivalizaba con Gloria Swanson (una de las grandes del cine mudo) y Mary Pickford ("la novia de Estados Unidos") por ser la mujer más fotografiada de todo el mundo. Se le atribuye el éxito del Charleston en Europa y su influencia fue tal que las mujeres parisinas se aplicaban crema de nueces para oscurecer su piel y parecerse, de esta forma, a la Baker. 

En las puertas del auge del nazismo, los comentarios racistas contra ella empezaron a ser habituales y algunos grandes teatros, sobre todo en Alemania y Austria, le cerraron las puertas. Joséphine Baker ya había vivido la agresividad contra los negros en Estados Unidos donde sus detractores decían que bailaba como un mono y no estaba dispuesta a volverlo a permitir ni a quedarse con los brazos cruzados. En 1939, estalló la Segunda Guerra Mundial y nuestra protagonista se unió a la Liga Internacional contra el Racismo y el Antisemitismo (LICRA), prohibida por el Gobierno de Vichy. Joséphine abandonó París y se instaló en Château des Milandes, su casa en el sur de Francia, que se convirtió en un centro de operaciones para la resistencia francesa, se ocultaban armas, refugiados y espías y se intercambiaba información.

Llamó la atención del "Deuxième Bureau", servicio de información del Ejército Francés, que supieron ver en ella una futura buena espía. Su alto patriotismo y su fácil movilidad, debido a su profesión, eran dos de sus armas principales. Viajó a Lisboa con la excusa de ofrecer algunos conciertos y contactó con miembros de la Francia Libre. Normalmente los mensajes iban escritos en tinta invisible en las partituras de sus canciones. Su fama y espectacularidad le dieron la oportunidad de asistir a reuniones y fiestas diplomáticas en las que oía todo lo que podía para después compartirlo con la Resistencia francesa. En varias ocasiones actuó para las tropas junto a otras estrellas del momento. Amenazada en Francia continuó su lucha desde Marruecos, regresando en 1944 con el ejército del aire a Marsella. Fue condecorada con la Legión de Honor, la Cruz Roja y la Roseta de la Resistencia.


Su lucha por las libertades no terminó con el fin de la Segunda Guerra Mundial. Con 44 años, rehuyó actuar en los clubs de Miami que practicaban la segregación, exigía que en sus espectáculos el público estuviera mezclado. El famoso Stork Club de Manhattan (New York) rechazó esta medida y Joséphine Baker inició una dura batalla en los medios de comunicación contra este influyente local. En 1963, con 57 años, participó en la Marcha de Martin Luther King en Washington por los derechos civiles. Fue la única oradora femenina que se dirigió a más de 25.000 personas allí congregadas. Coretta Scott King, tras el asesinato de su esposo, le ofreció el liderazgo no oficial del Movimiento por los Derechos Civiles pero Baker lo rechazó. La Asociación Nacional para el Avance de la Gente de Color (NAACP) eligió el 20 de mayo como el día de Joséphine Baker.


Su vida más personal también fue una herramienta de lucha ya que adoptó a 12 niños venidos de los 4 continentes creando lo que ella denominó "la tribu del arcoiris". Baker quería demostrar que era posible que personas de diferentes razas y orígenes pudieran convivir en perfecta armonía. Y lo consiguió. En sus últimos años pasó dificultades económicas pero contó con el apoyo de mujeres como Grace Kelly o Brigitte Bardot. Murió en 1975 de un derrame cerebral. Se celebró un funeral de Estado en la Iglesia de la Madeleine de París y el cortejo reunió a más de 20.000 personas por las calles de la ciudad de la luz junto a altos dignatarios franceses y veteranos de la Resistencia. El Gobierno francés la honró con una salva de 21 cañonazos. Joséphine Baker fue una mujer única y como tal fue honrada pues fue la primera mujer estadounidense, y además negra, en ser enterrada en Francia con honores militares. Sus restos reposan en la ciudad de Mónaco. 

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